Pregunta: ¿Qué significa pretender nacer en la Tierra
Pura a través de una bondad falsa, engañosa y envenenada?
Mi respuesta: Pretender nacer en la Tierra Pura a
través de un bondad falsa, engañosa y envenenado, es aspirar a nacer en la
Tierra Pura a través de la transferencia de los propios méritos personales.
Shinran dijo que los méritos personales siempre están mezclados con el veneno
del ego, la ignorancia y los apegos, por lo que consideró que en realidad no
tenemos méritos genuinos. En relación con esto, debemos recordar la historia
del encuentro entre el Maestro Bodhidharma y el Emperador Wu de Liang.
Se dice que cuando el Maestro Bodhidharma vino a
China, el Emperador Wu lo llamó y le preguntó: “He construido muchos templos y
he ofrecido muchas tierras al camino del Buda; ahora por favor dígame ¿qué
méritos he ganado? La respuesta de Bodhidharma fue impactante pero cierta:
“Ninguno, ni un solo mérito”. ¿Por qué Bodhidharma dijo eso? Fue porque los
méritos que el emperador describió anteriormente eran méritos mundanos
obtenidos con una mente llena de apegos y carente de la sabiduría de la
Realidad última.
En el budismo hablamos de dos tipos de méritos: los
méritos mundanos y los méritos supramundanos o trascendentales.
Los méritos mundanos son el efecto de toda buena
acción cumplida con el propósito (consciente o inconsciente) de que haya
consecuencias positivas: felicidad en esta vida o en la siguiente, un mejor
renacimiento, etc. Estas buenas obras no escapan a las formas sutiles o burdas
de la codicia o el querer algo para uno mismo, como el reconocimiento de los
demás, las expectativas de que las personas sean agradecidas o incluso otras
recompensas mundanas. Siempre queremos algo para nosotros mismos o tenemos
algún tipo de expectativa consciente o inconsciente cuando hacemos buenas
obras. Shinran incluso dijo, en una efusión de sinceridad, que por la fama y
ganancias es que disfruta enseñando a otros:
“Soy alguien que
no sabe qué es el bien y el mal
Y no que puede
distinguir lo falso y lo verdadero;
Me falta hasta el
más pequeño amor y compasión,
Y, sin embargo,
por fama y ganancias, disfruto enseñando a otros”.
Lo que Shinran quiso decir aquí es que el mal siempre
está presente en lo más profundo de nosotros y aunque todos parecemos buenos y
virtuosos por fuera, por dentro somos como serpientes y escorpiones. Incluso
cuando hacemos las mejores acciones en beneficio de los demás, incluso cuando
enseñamos, en el fondo nunca estamos completamente sin ego. No hay maestro de
Jodo Shinshu ni laico sin rastro de ego. Todos estamos haciendo lo mejor que
podemos, por supuesto, pero hasta que nazcamos en la Tierra Pura, nunca
podremos escapar de la maldad interior, por lo que nunca podremos realizar
acciones puras. Uno de los diez beneficios en esta vida de una persona de fe es
“practicar la gran compasión”. En el nivel en el que nos encontramos ahora como
seres no iluminados, practicar la gran compasión significa que alentamos a
otros a decir el Nembutsu de la fe, ayudándolos así a nacer en la Tierra Pura,
pero incluso mientras hacemos ¡esto NO significa que seamos desinteresados verdaderamente
y que tengamos la Compasión de un Buda!
El bien supramundano representa una acción realizada
sin fin egoísta o interés personal, es decir, sin ningún rastro de ego,
apuntando naturalmente al bienestar de los demás. Solo esta forma de bien es la
materialización de la Compasión genuina y puede considerarse la verdadera
virtud que conduce a la Iluminación Suprema. En el Sutra más grande tenemos una
descripción de Shakyamuni de los verdaderos méritos supramundanos o de
trascendentales ganados por el Bodhisattva Dharmakara en Su Camino hacia
convertirse en el Buda Amida:
“Él no albergaba
ningún pensamiento de codicia, odio o crueldad; ni permitió que surgieran ideas
de codicia, odio o crueldad. No estaba apegado a ninguna forma, sonido, olor,
gusto, tacto o idea. Poseedor del poder de perseverar, no evitó sufrir diversas
aflicciones. Teniendo poco deseo por Su propio bien, conoció el contentamiento.
Sin ningún pensamiento impuro, enemistad o estupidez, moraba continuamente en
un tranquilo samadhi. Su sabiduría era indestructible y Su mente libre de
falsedad y engaño. Con expresiones de ternura en Su rostro y con bondad en Su
hablar, habló a los demás en consonancia con sus pensamientos internos.
Valiente y diligente, de voluntad fuerte e incansable, se dedicó únicamente a
la búsqueda del Dharma puro, beneficiando así a una multitud de seres. Veneró
los Tres Tesoros, respetó a Sus maestros y mayores, y así adornó Sus prácticas
con una gran reserva de mérito. Al hacerlo, permitió que los seres sintientes
participaran de estos méritos.
Se detuvo en la
comprensión de que todos los dharmas están vacíos, desprovistos de
características distintivas, y no deben ser buscados, y que ni actúan ni
surgen; Así se dio cuenta de que todos los dharmas son como creaciones mágicas.”[1]
Cuando la palabra “dharma” se usa con “d” minúscula se
refiere a toda existencia y fenómenos en general. Cuando se usa con
"D" como en "Dharma" significa la enseñanza del Buda.
Entonces, en este caso, el pasaje hace referencia al hecho de que el
Bodhisattva Dharmakara llego a la realización de la realidad última y moró
constantemente en ella, lo que le hizo comprender que los dharmas o fenómenos
de la existencia samsárica son “vacíos,
desprovistos de características distintivas, y no deben buscarse y que ni
actúan ni surgen; Así se dio cuenta de que todos los dharmas son como
creaciones mágicas”.
Este aspecto es extremadamente importante, porque
muestra que Dharmakara estaba haciendo todo tipo de buenas acciones en
beneficio de los demás mientras tenía acceso a la Realidad última más allá del
ego y más allá de los fenómenos samsáricos. De hecho, esa es la forma absoluta
de hacer buenas obras, ya que eso significa que Él realmente no tenía razones
egoístas. Cuando la Compasión de uno está enraizada en la Sabiduría Infinita
que comprende la vacuidad de todos los fenómenos, entonces las acciones de uno
están verdaderamente libres de todo rastro de falso yo, generando así méritos
infinitos supramundanos reales. Esos méritos infinitos supramundanos los
invirtió en Su Nombre cuando se convirtió en el Buda Amida.
Entre otras prácticas en las que participó el
Bodhisattva Dharmakara, Shakyamuni mencionó:
”Él evitó todo
lenguaje erróneo que pudiera causar daño a sí mismo, a otros o a ambos; Se
comprometió en un discurso correcto que fuera de beneficio para sí mismo o para
otros o para ambos. Abandonó Su reino y renunció al trono, dejando atrás la
riqueza y los placeres sensuales. Practicando él mismo las seis paramitas
(perfecciones), enseñó a otros a hacer lo mismo. Durante innumerables kalpas,
acumuló méritos y amasó virtudes.
Dondequiera que Él
nació, una inconmensurable reserva de tesoros apareció espontáneamente como Él
deseaba. Enseñó a innumerables seres sintientes y los guió por el camino de la
más alta y verdadera Iluminación. Renació como un hombre rico, un devoto laico,
un miembro de la casta más alta o de una familia noble (brahman), un rey
ksatriya, un monarca que hace girar la rueda (cakravartin), un rey de uno de
los seis cielos del mundo del deseo, o incluso superior, como un rey de Brahma.
Veneró y adoró a todos los Budas haciéndoles los cuatro tipos de ofrendas. El
mérito que así adquirió fue indescriptiblemente grande. La fragancia brotaba de
Su boca como si fuera una flor de loto azul, y cada poro de Su cuerpo emitía el
aroma del sándalo, que impregnaba innumerables mundos. Su apariencia era
majestuosa y Sus características y marcas físicas eran verdaderamente maravillosas.
De sus manos se producían tesoros inagotables, ropa, comida y bebida, flores e
incienso raros y exquisitos, pabellones de seda, estandartes y otros adornos.
En tales manifestaciones, Él no tenía rival entre todos los seres celestiales y
humanos. Así Él obtuvo el dominio de todos los dharmas (fenómenos).”[2]
El emperador Wu es representante de todos los que
tenemos la pretensión de que por nuestros actos somos limpios y puros sin
siquiera darnos cuenta de que las verdaderas virtudes están de hecho muy lejos
de nuestras pequeñas acciones realizadas bajo la influencia del falso yo. Lo
que el Emperador logró eran tan solo meros méritos mundanos: por eso
Bodhidharma le dijo: “ni un solo mérito”. No podemos buscar nacer en la Tierra
Pura a través de un bien tan falso, engañoso y envenenado, sino que confiamos
en la transferencia de méritos de parte del Buda Amida porque solo Él tiene
verdaderos méritos supramundanos y trascendentales como hemos visto
anteriormente.
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[1] The Three Pure Land Sutras - A Study and Translation from Chinese by
Hisao Inagaki in collaboration with Harold Stewart, Bukkyo Dendo Kyokai and
Numata Center for Buddhist Translation and Research, Kyoto, 2003, p.22
[2] The Three Pure Land Sutras - A Study and
Translation from Chinese by Hisao Inagaki in collaboration with Harold Stewart,
Bukkyo Dendo Kyokai and Numata Center for Buddhist Translation and Research,
Kyoto, 2003, p.22-23.
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